Orígen de Rosagrís

Revise todos los manuales, diccionarios enciclopédicos y atlas mundiales. No hallará ninguna bandera nacional que entre sus colores ostente ni el rosa ni el gris.

De tal forma, que decidimos confeccionar la bandera Rosagrís, que por otra parte posee el orgullo de ser al mismo tiempo la primera bandera doble faz. De una cara es rosa (el palito o “asta” a la izquierda) y de la otra es gris (el palito o “asta” a la derecha).

Esta bandera es a partir de entonces, la bandera de Rosagris: La Nación que faltaba. Y de hecho, en caracteres dorados, entre una y otra faz, reza: “The country that was needed” en el latín moderno norteamericano).

Esta Nación no posee territorio, ni gobierno ni población. Se trata de una anarquía constitutiva e irrenunciable.

Sin embargo, tiene objetores.

Me explico: Nadie, ni usted, ni su perro ni su locomotor sienten ningún tipo de orgullo por no ser naturales de Suavilandia, Brancosia, Trebuma o Karetchu. En cambio, existimos personas verdadera y fervientemente orgullosas de no ser ciudadanos de Rosagrís. Precisamente estas personas objetoras de su carácter de ciudadanas de Rosagrís, son las únicas de las cuales puede predicarse su carácter de “rosagrises”. De allí que el padre fundador de esta Nación sea el mismísimo Hegel (véase La Lógica).

Rosagrís también posee un héroe nacional: El falso general Trapisondae, quien dirigía un ejército inexistente, con el cual no libró ninguna batalla, en cada una de las cuales no resultó jamás vencedor, pero de cuyas preparaciones hay abundante material estratégico. Posee asimismo un padre espiritual, el falso hermano Lacimo, absoluto no creyente, del que se cuenta que no redactó jamás el sincretismo racionalista que se le arroga, ni indicó en momento alguno no ser quien decía ser, a pesar de lo cual existen numerosas versiones de lo uno y de lo otro.

¿Quiere usted también objetar su ciudadanía?. Sea un objetor más de Rosagrís, un país que sólo posee relaciones internacionales, incluso entre sus propios nacionales, e incluso respecto de cada nacional consigo mismo.

De allí que posea también su goleador: Alexander Barujamen, guardabarreras del equipo, quien equivocó los asaltos y su ubicación en la cancha, así como el juego al que se estaba jugando en el momento en que dejó pasar las pelotas por entre sus manos.

Entregaremos pasaportes a todo aquel que proteste su ciudadanía en el atrio.

martes, 12 de agosto de 2014

Normas para no pensar

Afiche.
Raúl Ceruti


Entonces se pensó en empapelar las ciudades y los árboles nudosos y los monumentos y los alambrados, con una consigna que indicara a modo de bando público, lo siguiente:

NORMAS PARA NO PENSAR
El gobierno en Ejercicio pone a su disposición todo tipo de normas para dar un encuadre a sus problemas.
Una vez que aplique cualquiera de nuestras normas, dejará de preocuparle qué hacer o no hacer frente a sus diferentes alternativas.
Pierda la iniciativa y gane tranquilidad, permitiendo que una norma le resuelva las dificultades, incluso antes de que se presenten.
Se aconseja que las normas se naturalicen para que deje de pensar, no sólo en la solución de los problemas, no sólo en los problemas, sino de pensar absolutamente.
En horario de oficina, atendemos de lunes a viernes.
Recuéstese en el Formulario 121 K y pase la noche tranquilo.
O verifique la confortabilidad del procedimiento paso-a-paso de la Resolución 503.
O cánsese de esperar con la reglamentaria de la reglamentaria.
No se recomienda su uso por personalidades inventivas. Puede provocar efectos paradójicos.


... y como una de las normas ofrecidas indicaba la prohibición de fijar bandos, lluvia tras lluvia se fueron desprendiendo, hasta no dejar más que unas letras cortadas y dispersas, como si buscaran hablar por nosotros.

lunes, 9 de junio de 2014

Sendas

Senderos fuera de palacio.

Raúl Alberto Ceruti



I.

Alcanzar el horizonte es fácil. Basta con alejarse indefinidamente.



II.

Los trebejos construían caminos en la arena. Caminos que sólo duraban una tarde, en el mejor de los casos. Pero suficientes como para no perderse de vista.



III.

Hay una relación geométrica entre el camino y el tiempo. La espera es más aguda cuanto más larga es la senda.



IV.

En el agua o en el aire, las distancias se miden con sonidos.



V.

Si un animal pudiera correr más rápidamente que su grito, amanecería destrozado de desesperación.



VI.

El emperador de Broskov diseñó los caminos para que sus jardines no fueran nunca pisoteados. Él mismo era un blanco demasiado fácil en su jardín.



VII.

Correr a la misma velocidad que el planeta, podría hacernos eternos.



VIII
Un ejército persigue a otro que lo persigue. La única orden sensata sería dispersarse.



IX
Para ubicar un tesoro, sólo hace falta una marca de tinta. Pero si el tesoro realmente está allí donde el mapa lo previene, ya ha dejado de serlo. Verdadero tesoro es el que aún no se ha visto.



X
Para alcanzar el tesoro que no se ha visto, Trapisondae hizo marcar en sus mapas, todos los puntos donde aparecieron, aparecerán o se dice que aparecen de noche en noche o de vez en vez, algún tesoro, para descartar esos lugares de su búsqueda.





Las espadas de Narquién.
Raúl Alberto Ceruti

Detrás de esa gruta, la que nace debajo de la ladera del Fauces, ciertas noches impares de Luna Menguante se escucha el siseo de cuatro espadas. Se dice que yacen allí, enterradas, perdidas entre las rocas, pero aún batallando.
Son las espadas de siete siglos, o espadas de Narquién, las poderosas espadas que podían literalmente hacer triunfar a un ejército de muertos, ya que ellas movían los brazos de sus poseedores.
Cuatro ejércitos habían vuelto muertos y victoriosos con ellas. Trapisondae ordenó detenerlas entre las rocas. Todos se opusieron, y hasta alcanzaron a degradarlo, hostigarlo y mansillarlo.
Finalmente, Trapisondae hizo pública la gruta donde las había detenido. La tentación de blandirlas pudo más que todo, de modo que cada uno de sus enemigos se dirigió hacia ellas. Cuando lograron moverlas, poderosas, inflexibles, imparables, imbatibles, fueron obligados a usar cada uno el cuerpo del otro como escudo contra las propias espadas. Hueso contra acero, en una pelea sangrienta y atroz. Luego, un desprendimiento de rocas los enterró.

La gloria es de una crueldad incansable. Así como la de quienes festejan un triunfo sucedido hace veinte, treinta, cuatrocientos años, exhibiendo los blasones y banderas como muestra de unidad.



miércoles, 26 de marzo de 2014

Verlo todo o iluminarlo todo

De las crónicas del Príncipe Dubaris
Raúl Ceruti


¿Se puede librar una guerra en el marco de una ventana?. Sólo bastaría que la ventana estuviera lo suficientemente alejada del campo de batalla, para configurar en sus extremos los contornos de la lucha. Una ventana sobre una montaña, en la ladera de la cumbre. O en medio del valle, o en el vértice en que descansen todos los afluentes del río.
            El príncipe Dubaris quería esa ventana, para controlar todo el desarrollo de la contienda. Desde los avances de las tropas, hasta las distracciones de sus soldados.
            Pero esa ventana, desde la que se dominaba todos los enclaves de las tropas, todos los puntos de asalto y todos claros en que podían descansar, de forma tal que ningún árbol interrumpía el relato visual de los acontecimientos, pertenecía a una mujer, cuyos brebajes eran sospechosos de brujería.
Con tres ministros, dos consejeros y cuatro generales, se dirigió Dubaris a la casa de la supuesta bruja. Acamparon durante seis días en la orilla izquierda del marco superior de su ventana, y cada día un emisario anunciaba su comitiva y solicitaba su recepción, sin resultado alguno.
En todo ese tiempo no la habían visto franquear la puerta en ninguna oportunidad, hasta que por fin, al séptimo día, la dueña de casa salió hacia afuera,
Declaró: “Conozco vuestras pretensiones y respeto vuestro temor. Sabéis que desde mi ventana domino todo el horizonte, y cada uno de sus detalles. Sé, por ejemplo, que el mariscal de campo del lunar en el pómulo se escapa por la noches para encontrarse con una querida; que el general de la pierna vendada debe orinar cada cuatro horas; que el consejero del diente de oro le reza a tres distintos dioses por la mañana… Y otras cosas más que callo porque os avergonzaría. ¿A quién permitiréis conocer todo ello?. Quién de ustedes se sentará frente a mi ventana?.  En lugar de ello, os ofrezco estas cortinas, que descorreré de noche lenta pero regularmente, en ciclos de fertilidad humana. Así conocerán el ciclo y el detalle de los cuerpos celestes, y en algún momento, alcanzarán a dominarlos”.

Acordaron con ella todos los miembros de la comitiva, y la casa se elevó por encima de ellos. 

Así cuentan en Acervia las fases de la Luna.

martes, 18 de marzo de 2014

Ver sin ser visto.
Tres divertimentos de espionaje

Raúl Ceruti


I
Bordan Nugris, el hombre del desierto, el que habitaba en medio de la huida, no veía signos en el agua, sino el agua, por lo que no tenía sed. No veía signos en el cielo, sino el cielo, por lo que no tenía distancia. No veía signos en los pasos, sino pasos, por lo que no tenía dirección. Se recogía en el silencio de las raíces, pero no tenía arraigo. No veía signos en su voz o en su conciencia, por lo que no tenía un yo, sino una lejana transparencia.

Quienes hablaban con él se convertían en él, con el paso de  los recuerdos.


II
Zurgan Damn, el hombre de los truenos, no podía ocultar su vozarrón, ni su camino, ni siquiera su mirada. Cuando aparecía en el horizonte, una descarga de rayos lo anunciaba.
Podía mantener solamente los secretos más sutiles, los que apenas si vibraban en el rocío de la noche.


III
Dogarni Kniéster sabía dónde el enemigo escondía todos sus planes. Pero sabía que si los revelaba, los cambiarían. De allí que ocultara y hasta deformara sus descubrimientos. Parvsim Lorvenov, el espía en jefe del ejército rival se dio cuenta de la maniobra, y lo denunció ante sus propios generales. A fin de acusarlo, debió echar mano de los verdaderos planes, aquellos que nunca jamás se ejecutarían. Por lo que Kniéster continuó en su puesto de espía principal y maestro ocultador.