Orígen de Rosagrís

Revise todos los manuales, diccionarios enciclopédicos y atlas mundiales. No hallará ninguna bandera nacional que entre sus colores ostente ni el rosa ni el gris.

De tal forma, que decidimos confeccionar la bandera Rosagrís, que por otra parte posee el orgullo de ser al mismo tiempo la primera bandera doble faz. De una cara es rosa (el palito o “asta” a la izquierda) y de la otra es gris (el palito o “asta” a la derecha).

Esta bandera es a partir de entonces, la bandera de Rosagris: La Nación que faltaba. Y de hecho, en caracteres dorados, entre una y otra faz, reza: “The country that was needed” en el latín moderno norteamericano).

Esta Nación no posee territorio, ni gobierno ni población. Se trata de una anarquía constitutiva e irrenunciable.

Sin embargo, tiene objetores.

Me explico: Nadie, ni usted, ni su perro ni su locomotor sienten ningún tipo de orgullo por no ser naturales de Suavilandia, Brancosia, Trebuma o Karetchu. En cambio, existimos personas verdadera y fervientemente orgullosas de no ser ciudadanos de Rosagrís. Precisamente estas personas objetoras de su carácter de ciudadanas de Rosagrís, son las únicas de las cuales puede predicarse su carácter de “rosagrises”. De allí que el padre fundador de esta Nación sea el mismísimo Hegel (véase La Lógica).

Rosagrís también posee un héroe nacional: El falso general Trapisondae, quien dirigía un ejército inexistente, con el cual no libró ninguna batalla, en cada una de las cuales no resultó jamás vencedor, pero de cuyas preparaciones hay abundante material estratégico. Posee asimismo un padre espiritual, el falso hermano Lacimo, absoluto no creyente, del que se cuenta que no redactó jamás el sincretismo racionalista que se le arroga, ni indicó en momento alguno no ser quien decía ser, a pesar de lo cual existen numerosas versiones de lo uno y de lo otro.

¿Quiere usted también objetar su ciudadanía?. Sea un objetor más de Rosagrís, un país que sólo posee relaciones internacionales, incluso entre sus propios nacionales, e incluso respecto de cada nacional consigo mismo.

De allí que posea también su goleador: Alexander Barujamen, guardabarreras del equipo, quien equivocó los asaltos y su ubicación en la cancha, así como el juego al que se estaba jugando en el momento en que dejó pasar las pelotas por entre sus manos.

Entregaremos pasaportes a todo aquel que proteste su ciudadanía en el atrio.

jueves, 16 de julio de 2015

Cuento en tres partes, escuchado en el programa "Vocerrante".

Las aves
              El futuro amenaza con su silencio desafiante. Por eso siempre el poder ha querido dominarlo.


           Atemorizado por los rumores acerca de la batalla, las seguridades en orden a la preparación del enemigo, el indignantes pueblo de Coz, y las inconveniencias del terreno en donde se debían llevar a cabo las acciones, Arsenu tconvocó a todos sus augures.
            Los augures son personas muy inseguras. En tanto interpretan señales en la forma o dirección de las piedras, el canto o el vuelo de los pájaros, el viento, la espiga, la forma de los granos, el orden de los granos, el ruido de la lluvia, el modo de la lluvia, la disposición de las cucharas, la puntería del orín, el musgo en las paredes, el corte en las entrañas, los dolores, las roturas y las cicatrices, casi no pueden moverse, sin alterar el curso de los siglos.
             Hallaron el día y la hora propicias, por la que discutieron y disintieron largamente, y se presentaron todos ellos en el salón del palacio que tiene tres ventanas, eliminada u oscurecida la que daba al norte, punto cardinal en el que se encontraba el enemigo.
            A primerísima hora del día, con el Sol apenas asomando, los tres augures declararon que no debía tener lugar el ataque sino hasta que de las entrañas de un zargal, un ave característica de los pantanos de un vistoso plumaje azul, se distinguiera un hígado dorado.
            Fue el día y la noche más larga para el zargal. Todos fueron atrapados por los soldados del reino, abiertos y desentrañados para su examinación.
            Ninguno. Ningún zargal, como es de suponer, exhibía su hígado dorado.
            Ante la decepción de Arsenut, y los corrillos y noticias de que los augures promovían la paz con el pueblo de Coz, uno de sus más fieles soldados pintó el hígado de un ave.
            El ataque se realizó y Arsenut se alzó con la victoria. Una victoria apenas cubierta con tintes de sedería, y sobre la que cualquier tizne de rocío o humedad se cernía sombría e inminentemente amenazante.
            Una vez impuesta la ley, hay que amurallarla, ya que todo lo que esté fuera de la ley se transforma en enemigo.
                       

            El futuro confunde por su fuero incontrolable. Por eso siempre la ciencia ha querido acabarlo.


Así las cosas, y alertado el emperador, todos los ejemplares de zargal fueron fundidos en oro con el oro de sus conquistas.
            A partir de allí, el zargal pasó a llamarse “águila romana”, sólo había de oro macizo, y ninguno volaba, de lo que tomaron debida nota todos los ornitólogos del reino.
            Y en cuanto desde una remota aldea, en un remoto pueblo, de una remota provincia del territorio conquistado se indicó la remota posibilidad de que pudiera haberse avistado un viejo zargal, se negaron absolutamente los testimonios, la morfología y la existencia de esa ave, atribuyéndola a alguna fantasía local.
            Era evidentemente imposible, decían, acudiendo a sus registros y clasificaciones, que existieran aves, de plumaje azul y no dorado, de carne y hueso, y para colmo ¡voladoras!.
            Una vez amurallada la ley, corresponde naturalizar el muro que la protege y desconoce.

            El futuro irrumpe por su deseo. Por eso siempre el mercado ha querido consumirlo.
           
Las águilas doradas nuevamente se fundieron para dar lugar a las monedas de oro, con la efigie de Arsenut como toda seña y aval.
Todos pugnaban por ellas, todos las atesoraban, todos las sostenían como cosa propia.
Ahora las aves ni volaban, ni siquiera tenían plumas azules o alas doradas. Poseían sólo la imagen del conquistador, un número acuñado y una forma circular. Para ir y venir, pero sobre todo, perderse, en las tierras de la conquista.
Entonces los augures, los científicos y hasta los ornitólogos las defendían como a pequeños e indefensos pichones, necesarios para tasar con ellos el agua y el aire, el pan y la vida.

Las monedas para las semillas que daban de comer en una remota aldea, de un remoto pueblo de una remota provincia del territorio conquistado, al zargal, esas aves misteriosas, fugitivas y clandestinas.

jueves, 2 de julio de 2015

Vocerrante - Programa de radio - Declaración de Principios

Esto es Vocerrante. Bienoídos sean todos.
Durante una hora todos los jueves intentaremos devolverle al sonido sus funciones.
Sus funciones vitales, ya que no institucionales o meramente de comercio.
Sus funciones de juego y de sentido.
Sus funciones de diversidad y entusiasmo.
Su función de reverberación del nervio de la palabra. La cuerda elemental.
Su función de escucha.

Existe un lenguaje no sólo para garantizar eficacia y eficiencia en los reportes del clima, de la bolsa de valores o el mercado de divisas, o del estado del tránsito en cualquiera de los accesos a cualquier ciudad.
Existe un lenguaje no sólo para entender, demostrar o comprobar la realidad, o para volverse un código de normas para su manipulación.
Existe un lenguaje más allá de los prospectos, los manuales y los recetarios.
Existe un lenguaje para reconocernos.
Para no olvidarnos.
Para volver a vernos.

Para recuperar el tiempo. De la competencia del consumo y del consumo de la competencia.
Para recuperar el espacio. Del interés del poder y del poder del interés.
Un lenguaje horizontal, que siegue la maleza de las obviedades y naturalizaciones.
Un lenguaje que se inventa para ser reinventado, no para fijarse en un par de términos técnicos.
Un lenguaje que celebre la polisemia. Porque esté dando cuenta de un nosotros polívoco. Y de un yo imposible, inasible sin los otros que acuden a armarlo.

Y del lenguaje ir a las palabras. Las palabras dichas. La dicha de las palabras.
Las palabras por su sonido, su sa bor y su fuerza.Conque sin saber lo que digamos, den a entender lo que queremos.
Palabras que resignifiquen al silencio.
Palabras escondidas en el secreto de los escombros, de los ausentes, de los entresijos.
O dormidas en la noche permanente, en el agua inmóvil, en la roca que hace tantos siglos
                        Calla.
Escuchar como una de las formas del regreso.
Una manera de estar volviendo.
No tiene superficie la voz, sino es todo piel, afuera y adentro. Piel al interior de la piel, que descascara, volando, que despelleja en un soplido.
Palabras que usen más de un cuerpo para articular cada uno de sus fonemas.

Si el sueño de los monstruos engendra la razón, lo nuestro es la vigilia del deseo.

-por arinfoplay (http://www.arinfo.com.ar/notix/sociedad.htm), todos los jueves a las 23:00-