Orígen de Rosagrís

Revise todos los manuales, diccionarios enciclopédicos y atlas mundiales. No hallará ninguna bandera nacional que entre sus colores ostente ni el rosa ni el gris.

De tal forma, que decidimos confeccionar la bandera Rosagrís, que por otra parte posee el orgullo de ser al mismo tiempo la primera bandera doble faz. De una cara es rosa (el palito o “asta” a la izquierda) y de la otra es gris (el palito o “asta” a la derecha).

Esta bandera es a partir de entonces, la bandera de Rosagris: La Nación que faltaba. Y de hecho, en caracteres dorados, entre una y otra faz, reza: “The country that was needed” en el latín moderno norteamericano).

Esta Nación no posee territorio, ni gobierno ni población. Se trata de una anarquía constitutiva e irrenunciable.

Sin embargo, tiene objetores.

Me explico: Nadie, ni usted, ni su perro ni su locomotor sienten ningún tipo de orgullo por no ser naturales de Suavilandia, Brancosia, Trebuma o Karetchu. En cambio, existimos personas verdadera y fervientemente orgullosas de no ser ciudadanos de Rosagrís. Precisamente estas personas objetoras de su carácter de ciudadanas de Rosagrís, son las únicas de las cuales puede predicarse su carácter de “rosagrises”. De allí que el padre fundador de esta Nación sea el mismísimo Hegel (véase La Lógica).

Rosagrís también posee un héroe nacional: El falso general Trapisondae, quien dirigía un ejército inexistente, con el cual no libró ninguna batalla, en cada una de las cuales no resultó jamás vencedor, pero de cuyas preparaciones hay abundante material estratégico. Posee asimismo un padre espiritual, el falso hermano Lacimo, absoluto no creyente, del que se cuenta que no redactó jamás el sincretismo racionalista que se le arroga, ni indicó en momento alguno no ser quien decía ser, a pesar de lo cual existen numerosas versiones de lo uno y de lo otro.

¿Quiere usted también objetar su ciudadanía?. Sea un objetor más de Rosagrís, un país que sólo posee relaciones internacionales, incluso entre sus propios nacionales, e incluso respecto de cada nacional consigo mismo.

De allí que posea también su goleador: Alexander Barujamen, guardabarreras del equipo, quien equivocó los asaltos y su ubicación en la cancha, así como el juego al que se estaba jugando en el momento en que dejó pasar las pelotas por entre sus manos.

Entregaremos pasaportes a todo aquel que proteste su ciudadanía en el atrio.

lunes, 21 de mayo de 2012

Los motivos del empeño.

          Gonzalez Sulerdi siempre sacaba diez. Pero ello le demandaba un sacrificio enorme. A medida que su excelencia se hacía notar, casi nadie se daba por enterado de ello. Nadie le festejaba, encomiaba o sonreía siquiera ante la aparición de un nuevo examen perfecto. Había en el curso quienes le tenían envidia: Querían conquistar ese lugar de éxito académico, afirmando que ellos sí lo disfrutarían, que lo usarían para mejores fines. Otros, alegaban corruptelas o cualquier tipo de artimañas más o menos inverosímiles, que usaban para no sentirse humillados por él. En cambio, el Tuco Farizano y yo, le teníamos pena. Una mezcla de pena y ternura por esa repitencia de la nota superior. Así que ni bien faltó ese día que se anunciara la fecha del próximo examen, nos comprometimos a escondérsela, con la idea de que no pudiera prepararse suficientemente.
          Como era de esperar, Gonzalez Sulerdi sacó un 9,50. Sin haber estudiado. Pero era el tipo más feliz del grado cuando, luego de la lectura de las notas, pudo avenirse a tomar una coca con nosotros.

          Así, también ocurre con el poder. Hay quienes buscan derrocar al poderoso por envidia, para ocupar su lugar. Son los competidores. Hay quienes lo hacen por venganza o por justicia, para deshacer entuertos o evitar algunos otros. Son los opositores... Hay quienes lo hacen por pena, a fin de que no deba seguir sufriendo las suciedades de los sucesivos cónclaves, arúspices y parásitos; ni las vanidades de los primeros lugares en cada gradería, galería o púlpito; asimilando el caso al de nuestro compañero de merecida perfección. Son los amigos.
          
          En cambio de todos ellos, el Movimiento para la Preservación de la Anarquía en Rosagrís, cuyos miembros no se conocen entre sí, ni tienen reuniones periódicas, ni poseen un nombre en común, sólo ataca al poder por mero desprecio. En efecto, no hay mérito en el poder. Sólo mera repitencia, ya que es él quien imparte sus propias calificaciones. Siempre 10, para sostenerse. Siempre 10, para no ser menos. Siempre pavorosos 10, que no dejan lugar ni a la risa.