Orígen de Rosagrís

Revise todos los manuales, diccionarios enciclopédicos y atlas mundiales. No hallará ninguna bandera nacional que entre sus colores ostente ni el rosa ni el gris.

De tal forma, que decidimos confeccionar la bandera Rosagrís, que por otra parte posee el orgullo de ser al mismo tiempo la primera bandera doble faz. De una cara es rosa (el palito o “asta” a la izquierda) y de la otra es gris (el palito o “asta” a la derecha).

Esta bandera es a partir de entonces, la bandera de Rosagris: La Nación que faltaba. Y de hecho, en caracteres dorados, entre una y otra faz, reza: “The country that was needed” en el latín moderno norteamericano).

Esta Nación no posee territorio, ni gobierno ni población. Se trata de una anarquía constitutiva e irrenunciable.

Sin embargo, tiene objetores.

Me explico: Nadie, ni usted, ni su perro ni su locomotor sienten ningún tipo de orgullo por no ser naturales de Suavilandia, Brancosia, Trebuma o Karetchu. En cambio, existimos personas verdadera y fervientemente orgullosas de no ser ciudadanos de Rosagrís. Precisamente estas personas objetoras de su carácter de ciudadanas de Rosagrís, son las únicas de las cuales puede predicarse su carácter de “rosagrises”. De allí que el padre fundador de esta Nación sea el mismísimo Hegel (véase La Lógica).

Rosagrís también posee un héroe nacional: El falso general Trapisondae, quien dirigía un ejército inexistente, con el cual no libró ninguna batalla, en cada una de las cuales no resultó jamás vencedor, pero de cuyas preparaciones hay abundante material estratégico. Posee asimismo un padre espiritual, el falso hermano Lacimo, absoluto no creyente, del que se cuenta que no redactó jamás el sincretismo racionalista que se le arroga, ni indicó en momento alguno no ser quien decía ser, a pesar de lo cual existen numerosas versiones de lo uno y de lo otro.

¿Quiere usted también objetar su ciudadanía?. Sea un objetor más de Rosagrís, un país que sólo posee relaciones internacionales, incluso entre sus propios nacionales, e incluso respecto de cada nacional consigo mismo.

De allí que posea también su goleador: Alexander Barujamen, guardabarreras del equipo, quien equivocó los asaltos y su ubicación en la cancha, así como el juego al que se estaba jugando en el momento en que dejó pasar las pelotas por entre sus manos.

Entregaremos pasaportes a todo aquel que proteste su ciudadanía en el atrio.

martes, 22 de enero de 2013

Lenguaje y plusvalía.

Raúl Alberto Ceruti


El trabajo es la única mercancía que genera valor de cambio más allá de su valor de uso.
El lenguaje es una semiótica que genera significados más allá de sus significantes. Pero cuidado que hay grupos de codificadores que ansían quedarse con esta riqueza de significados (valor de cambio), a costa de la absorción y usurpación del tiempo semiótico, manteniendo a los significantes en uno o dos carriles de exposición (valor de uso sostenido en el pensamiento binario). Así, estos codificadores se garantizan que cualquier modificación en los signos deba ser generada por ellos.
Las reducciones de significantes a sostener un solo significado devienen normas. Las normas, por ende, empobrecen nuestro mundo.
Pero como el significante continúa teniendo multiplicidad de significados, lo que se pretende a través de la detención de ese circuito infinito de remisiones, diversificaciones, ramificaciones y yuxtaposiciones (valor de cambio), es practicar la sumisión del valor de uso.
Donde hay intento de sumisión es porque de alguna forma se está ejerciendo poder no participativo. 
Cuanto más explícito es un lenguaje, cuando más determinado y preciso, menos posibilidades de creación, interpretación y crítica sustenta.
A fin de dejar reservadas tales posibilidades a unas pocas clases o élites, se llega al extremo de expresar en fórmulas hasta las propias actividades lúdicas o artísticas, produciendo así los fenómenos identificados como de "música comercial" o "literatura pasatista" o "cine shampoo".
Se le otorga al lenguaje, en tales condiciones, sólo el valor de cambio necesario para reproducir la comunicación utilitaria (consumo), atesorando los codificadores el resto (producción).
Si es explícito, es fácil (no simple, sino fácil), si es fácil es entrópico (no divertido, sino entrópico), y si es entrópico es pérdida de energía creativa (de energía, no de orden).
En Rosagris intentamos estar atentos a cualquier bombardeo de música pegajosa (pegajosa, no recordable), frases cómodas (cómodas, no sencillas) y escenas de obscena literalidad (literalidad, no claridad), con la que los poderosos intentan acotarnos el mundo del pensamiento, la reflexión, el juego y el arte.

VIVA LA POLISEMIA es uno de los estribillos posibles de nuestro himno.

miércoles, 9 de enero de 2013


Sátira e Ironía.
Raúl Alberto Ceruti


            Existe en el humor distancia o cercanía, recohazo o encuentro, comodidad o esfuerzo.
            El humor puede expulsar o reunir, asentir o romper, conservar o sacudir.
El humor, como todo gesto, se hace de uno a otro, de unos a otros, de un lugar a otro.
Y hay lugares de superioridad y lugares de horizontalidad. Desde un nivel superior, autocomplaciente, puede despacharse la ironía.  Desde un nivel horizontal, problemático, puede esgrimirse la sátira.
Si hay la risa burlona de la desgracia ajena, la ironía es la conciencia de la propia, consistente en la renuncia de autenticidad, de búsqueda, de encuentro, de compañía.
Si hay la risa de la alegría derramada, la sátira es la conciencia de la confianza colectiva, consistente en la afirmación de identidad, del ansia de cambio, de ser en los otros.
Cuando la risa busca complicidad hacia arriba, en el manejo de códigos o liviandades o posiciones de privilegio, la ironía se acomoda. 
Cuando la risa busca compañía hacia alrededor, en el manejo de reconocimientos o debilidades o posiciones de solidaridad, la sátira se sobrepone.
La ironía, administrada desde el poder, se arrastra allí donde la sátira se incorpora. Y se esconde allí donde la sátira se enseñorea.
La sátira, derramada desde el borde de las víctimas, se dispara victoriosa donde mugen las risillas. Y se enciende desafiante donde los silencios aprisionan.
La ironía se dicta desde el desengaño. La sátira se lanza desde la reivindicación.
La ironía en el lugar de la resignación, desestima cualquier deseo. La sátira, en el centro de la voluntad, levanta los senderos de la esperanza.
Cuando ante la vista de cualquier miseria alguien se ríe, el Comando del Humor se moviliza, para dejarlo solo. A fin de que la risa se ahueque y caiga sobre sí. A fin de que se doble y suplique por las migas de un gesto. Una risa que se alarme y que sea casi un grito. Un grito que rebuzne y se transmute en sátira.
Cuando no hay exclusión ni elite ni grupo de poder, la ironía es sólo un eco en la montaña.
Cuando no hay exclusión ni elite ni grupo de poder, la sátira danza por los bosques.