Orígen de Rosagrís

Revise todos los manuales, diccionarios enciclopédicos y atlas mundiales. No hallará ninguna bandera nacional que entre sus colores ostente ni el rosa ni el gris.

De tal forma, que decidimos confeccionar la bandera Rosagrís, que por otra parte posee el orgullo de ser al mismo tiempo la primera bandera doble faz. De una cara es rosa (el palito o “asta” a la izquierda) y de la otra es gris (el palito o “asta” a la derecha).

Esta bandera es a partir de entonces, la bandera de Rosagris: La Nación que faltaba. Y de hecho, en caracteres dorados, entre una y otra faz, reza: “The country that was needed” en el latín moderno norteamericano).

Esta Nación no posee territorio, ni gobierno ni población. Se trata de una anarquía constitutiva e irrenunciable.

Sin embargo, tiene objetores.

Me explico: Nadie, ni usted, ni su perro ni su locomotor sienten ningún tipo de orgullo por no ser naturales de Suavilandia, Brancosia, Trebuma o Karetchu. En cambio, existimos personas verdadera y fervientemente orgullosas de no ser ciudadanos de Rosagrís. Precisamente estas personas objetoras de su carácter de ciudadanas de Rosagrís, son las únicas de las cuales puede predicarse su carácter de “rosagrises”. De allí que el padre fundador de esta Nación sea el mismísimo Hegel (véase La Lógica).

Rosagrís también posee un héroe nacional: El falso general Trapisondae, quien dirigía un ejército inexistente, con el cual no libró ninguna batalla, en cada una de las cuales no resultó jamás vencedor, pero de cuyas preparaciones hay abundante material estratégico. Posee asimismo un padre espiritual, el falso hermano Lacimo, absoluto no creyente, del que se cuenta que no redactó jamás el sincretismo racionalista que se le arroga, ni indicó en momento alguno no ser quien decía ser, a pesar de lo cual existen numerosas versiones de lo uno y de lo otro.

¿Quiere usted también objetar su ciudadanía?. Sea un objetor más de Rosagrís, un país que sólo posee relaciones internacionales, incluso entre sus propios nacionales, e incluso respecto de cada nacional consigo mismo.

De allí que posea también su goleador: Alexander Barujamen, guardabarreras del equipo, quien equivocó los asaltos y su ubicación en la cancha, así como el juego al que se estaba jugando en el momento en que dejó pasar las pelotas por entre sus manos.

Entregaremos pasaportes a todo aquel que proteste su ciudadanía en el atrio.

domingo, 28 de abril de 2013

Cadena de mando

Cadena de mando
Raúl Alberto Ceruti


¿Cuántos eslabones tiene una cadena de mando?
Roforso IIIº quizo responderse esta pregunta, y puso en marcha una orden: "Saque eso de ahí", señalando el rayo de luz que entraba por la ventana.
Inmediatamente se convocó al Consejo de Sabios que ordenó despejar las habitaciones del palacio, a fin de permitirse ver lo que debía sacarse.
Los Ministros y Secretarios  removieron todos los muebles, los objetos y las advertencias. Las ventanas refulgieron entonces de paisajes.
Pero, por el hueco vacío se dejaba ver desde el trono el rayo de Sol que atravesaba el Salón Real.
Inmediatamente, el Ejército se encaminó hacia la fuente de tal molestia. Sus partes de guerra indicaban que apenas alcanzaban el Sol, el Sol se ocultaba por el horizonte. 
Hubo quienes colocaron montones de piedras sobre el camino que atravesaba el haz de luz. 
Hubo quienes con las piedras levantaron una enorme muralla de espejos.
Hubo quienes excavaron nueve pozos a fin de que todos los reflejos se cayeran.
Hubo quienes tejieron y lanzaron un enorme manto sobre el día.
Hubo quienes apuraron a la noche con ropas de dormir sobre el manto.
Hubo quienes lanzaron saetas para agujerear las claridades.
Hubo quienes inundaron de hormigas los alrededores del Palacio.

La cadena de mando, cuando la orden es absurda, no tiene límites. Continuará siendo ejecutada por los siglos de los siglos, aún cuando ya nadie recuerde para qué se dictó.



Uno de los criados dispersó con el plumero el polvo acumulado por los trabajos, y Roforso pestañeó. 
Al pestañear, Roforso cayó en la cuenta de que de ese modo la luz ya no le molestaba.


Babel.

               Raúl Alberto Ceruti

        Fue una de las más grandes explosiones que hubiéramos jamás escuchado. Una enorme confusión provocaron los gritos, las alarmas y las voces de apremio, sorpresa y alerta que recorrieron entonces la ciudad, desde el centro hasta el sitio más alejado de sus periferias.
          Acababa de hacer erupción, una erupción brutal, violenta, rutilante el Volcán de la Comunicación.
          Entonces ocurrió una enorme, generosa y triunfal distribución de palabras. Cada uno hizo un paquete con las que pudo ir recogiendo, y no se cansaba de mirarlas, pronunciarlas y repetirlas para sí y para todos.
       Esas palabras graves, encerradas durante tanto tiempo en el magma del centro de la tierra; esas palabras con Mayúsculas, porque nadie las había visto fuera de sus dominios particulares, aparecían detrás de una manzana, o dándole pequeñas vueltas a un hilo. 
          Así, en la sopa de letras de Rosagrís, podías encontrarte a la Verdad, formada por cuatro fideos dedalitos. Y compartíamos el mate con algunas migas de Justicia en el pan.